Opinión

De la tragedia de Huanchaca, a las elecciones en la UAGRM

Por Maggy Talavera (*)

Dos acontecimientos distintos y separados por 35 años, ¿qué pueden tener en común, al punto de encabezar una reflexión como la que compartiré hoy? A primera vista, nada. Sin embargo, las lecciones dejadas por ambos hechos, cada una de esas en ámbitos distintos, permiten llegar a un punto central y común que urge identificar, para ver si ahora somos capaces de sacarles buen provecho. Y ese punto en común no es otro que la capacidad de la gente de reaccionar y rechazar atropellos, injusticias, imposturas y excesos de poder.

Así ocurrió tras el triple asesinato registrado el 6 de septiembre de 1986 en la meseta del entonces llamado Parque Nacional Huanchaca, en la provincia Velasco de Santa Cruz. Allí, narcotraficantes que operaban en la zona mataron al profesor y científico Noel Kempff Mercado, al piloto Juan Cochamanidis y al guía Franklin Parada, todos bolivianos, sobreviviendo únicamente el científico Vicente Castelló, de la Estación Doñana de España, a la que el profesor Kempff había convencido de realizar una misión científica en el lugar. Sabía que el Parque contenía una riqueza natural inigualable, pero estaba abandonado.

La brutalidad del triple crimen que puso al descubierto no solo el funcionamiento de uno de los mayores laboratorios de droga conocidos hasta entonces en Bolivia, sino también la protección de la que gozaban los narcotraficantes que operaban allí, tanto de agentes del gobierno boliviano como estadounidense, entre otros, provocó un estallido social que marcó un antes y un después en la posición ciudadana frente a los capos del narcotráfico. Hasta entonces, una actitud permisiva y hasta cómplice con los delincuentes, que dio un giro radical hacia el rechazo y la condena. Pena que no duró ni dos décadas.

Digo que no duró ni veinte años, porque ya para inicios de la década del 2000 comenzaba a gestarse un proyecto de producción de cocales a gran escala, mayor a la necesaria para cubrir el consumo tradicional interno, y que logró extrapolar sus nexos a la política. Con tal fuerza y nivel de organización, que ha consolidado un poder aun mayor que el de los años ochenta, como lo vemos hoy. Gozando, como en el pasado, de la permisividad, venia y hasta halagos o adhesión de cada vez más sectores de la población. ¿Qué pasó en veinte años, por qué el retroceso? Porque las lecciones fueron olvidadas. No hubo refuerzo.

Algo similar puede ocurrir con la dura y contundente lección que acaba de dar la segunda vuelta electoral realizada en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno para elegir, entre otras autoridades, al rector y vicerrector de la U cruceña. Una lección que se refleja en la derrota del frente Unidos, que se jugó por una alianza amplia e indiscriminada, a la que sumó incluso a sus más acérrimos detractores. Suma que resultó resta, ya que perdió con casi 18 puntos frente a su contendor Cambio. Claro que peor han quedado los aliados de Unidos, esos que pasaron de acusar de corrupción y abuso de funciones al candidato a rector, ofreciendo pruebas hasta ante la Fiscalía, a ser sus aliados y hacer campaña por él.

Parecía noticia falsa. Y la foto que mostraba al binomio con sus detractores, un meme. ¡Estos habían hablado con tal convicción y firmeza en contra del binomio, que parecía imposible ese giro de 180 grados! Pero no, ni meme ni noticia falsa. Fue la más dura realidad. La duda inmediata fue: ¿los electores de cada uno de esos ex-detractores, ahora aliados del binomio defenestrado, obedecerán al giro? “Así es la política”, se oía repetir. Pero también se oyó otra voz: “habrá efecto boomerang, rechazo antes que apoyo”. Una más osó decir que había una masa crítica en la U, contraria al “todo vale” o “metámosle nomás”. Parece que algo de esto hay, dado los resultados arrojados en la segunda vuelta.

Es posible que, al igual que lo sucedido inicialmente frente a la tragedia de Huanchaca, en la segunda vuelta electoral del pasado miércoles en la Uagrm se haya manifestado más un malestar o rechazo por una recurrente y mala práctica política, esta vez más notoria en uno de los bandos en disputa, antes que una preferencia mayor por el ganador. Ojalá este sea un dato a tomar bien en cuenta por el binomio elegido, al que la comunidad de la René Moreno no tendrá que dejar de fiscalizar y acompañar paso a paso. No vaya a ser que se repita lo de Huanchaca o la de tantas otras lecciones olvidadas: desentenderse de los hechos que provocaron indignación y rechazo, permitiendo con ello que se repitan.

No es fácil romper el círculo vicioso que mantiene a Bolivia estancada, ese círculo vicioso de la mala práctica política marcada por el abuso de poder, la desfachatez de prometer algo mejor y luego ignorar las promesas para hacer exactamente lo contrario, sin que les importen las consecuencias de sus actos, atropellos y mentiras. Esa ruptura no vendrá de la buena voluntad de los políticos que se turnan en los diferentes espacios de poder. Esa ruptura solo puede darse desde una sociedad civil cada vez más consciente de sus derechos y de sus obligaciones, y más consecuente y coherente con los principios que dice defender. Ojalá haya una semilla nueva plantada en la comunidad universitaria.

(*) Publicado en El Deber y Los Tiempos, domingo 05 de septiembre de 2021