Opinión

Tarea urgente: valorar, apoyar y formar a los maestros

Por Maggy Talavera (*)

Para relievar el rol de los maestros, que en Bolivia celebrarán su Día mañana 6 de junio, no podía ser más oportuno el pronunciamiento dado a conocer hace solo un par de días por el Banco Mundial, el Diálogo Interamericano, la Unesco y Unicef. Bajo el título “Mi educación, nuestro futuro: un compromiso para recuperar y proteger el aprendizaje en América Latina y el Caribe”, los cuatro organismos internacionales decidieron hacer un llamado a todas las naciones de la región y a todos los actores sociales nacionales e internacionales vinculados a la educación, para lograr la recuperación educativa a través de cuatro compromisos claves.

El cuarto de esos pilares alude directamente a los maestros, a los que hay que “valorar, apoyar y formar”, lo que implica “cuidar su salud y bienestar, reforzar sus competencias pedagógicas y digitales, apoyar sus habilidades socioemocioanles para garantizar su propio bienestar y el de sus estudiantes, fortalecer la formación profesional y resolver la escasez de profesionales que se ha hecho manifiesta en varios países de la región”, remarca el texto al que decidieron adherirse Jefes de Estado de Argentina, Chile, Ecuador y Honduras. Basta echar un vistazo a la situación de los maestros en Bolivia para anticipar la ardua tarea que plantea este reto, más aun considerando que nunca faltan los que reman contra corriente.

Ardua, pero urgente e insoslayable, además de encarnar un acto de justicia para con todos los que dedican su vida a educar. Asumir ahora ese compromiso y comenzar a trabajar con miras a cumplirlo sería la mejor manera de homenajear a los maestros bolivianos en su día, en beneficio no apenas de ellos, sino de cada uno y todos los estudiantes bolivianos. Queda clara esa urgencia en las consideraciones previas hechas por los cuatro organismos citados, alimentadas por los datos obtenidos por éstos: durante la pandemia del COVID-19, la que obligó el cierre prolongado de las escuelas, los estudiantes de América Latina y el Caribe han perdido entre uno y casi dos años de aprendizaje.

Es un dato alarmante, sobre todo si se considera ya el rezago visto en promedio, antes de la pandemia sanitaria, en el nivel de enseñanza en la región, versus el que exhiben países con mayor desarrollo. Más aun si se consideran los impactos que puede causar el rezago de casi dos años en aprendizaje en los niveles de productividad, de oportunidades de progreso y bienestar en toda una generación. Nada menos, la generación que es vista como el futuro de la región (aunque bien haríamos en verla ya más como presente inmediato). Hablamos de alrededor de 170 millones de niños, niñas y adolescentes solo en Latinoamérica y Caribe. Por supuesto que no es poca cosa. Por supuesto que es para alarmarse. Y para reaccionar.

Es lo que los cuatro organismos internacionales pretenden lograr con esta invocatoria, con este llamado no solo a los gobiernos de la región, sino también a otros entes internacionales y toda la ciudadanía: que reaccionemos todos, realizando acciones concretas e inmediatas para evitar una catástrofe generacional. Acciones que pasan por cuatro pilares centrales: colocar la recuperación educativa como prioridad número uno en la agenda pública; reintegrar a todos los estudiantes que han abadonado la escuela y asegurar que sigan allí; recuperar el aprendizaje y asegurar su bienestar emocional;y, como ya destacamos antes, valorar, apoyar y formar los maestros.

Estos, los maestros, pilares fundamentales en la tarea. Que ese rol deje de estar reconocido solo en el papel y recordado apenas en discursos ocasionales como los que escuchamos en fechas especiales, como la del Día del Maestro. Que este 6 de Junio sea la oportunidad para marcar la diferencia, garantizándoles las condiciones elementales para que cumplan con su vocación de enseñar. Gran tarea, ni duda cabe.

(*) Publicado en El Deber y Los Tiempos, domingo 05 de junio de 2022