Política

Erika Brockmann y dos preocupaciones centrales: El entrismo de la lógica corporativa cocalera en las FFAA y el inicio de un nuevo periodo de conflictos en Bolivia

– Urge cambiar el repertorio de la protesta, afirma Brockmann, al alertar el peligro que entraña el modus operandi del MAS, que apuesta a confrontar a sociedad civil con sociedad civil.

“Estamos apenas en el inicio de un nuevo ciclo de conflictos”, advirtió Erika Brockmann Quiroga en la conversación sostenida hoy con Maggy Talavera, en la que compartió su análisis de la coyuntura política y social que vive Bolivia. Un nuevo ciclo al que debemos darle nuestra mayor atención no solo por el malestar y zozobra que los conflictos generan por si mismos, sino también porque estamos frente a “una confrontación estructurada, con bloques ya organizados para la confrontación violenta”, enfatizó la psicóloga, politóloga y ex-parlamentaria Erika Brockmann.

Un malestar que ha ido en aumento incluso en sectores afines al MAS y que han sido parte de su base política y electoral, como son los de los cooperativistas mineros, gremialistas y transportistas, entre otros, hoy movilizados en contra de dos leyes -una aprobada, otra aun en proyecto y frenada en el Senado- referidas a la lucha contra las ganancias ilícitas y el financiamiento del terrorismo y de la “proliferación de armas de destrucción masiva y no convencionales”.

Para muchos, “supuesta lucha” obligada por organismos internacionales de financiamiento, pero a la que el MAS quiere sacarle provecho incorporando medidas y acciones que vulneran derechos y garantías consolidados en la Constitución Política del Estado. Abogados como Williams Bascopé y Rodrigo Garrón se han dado el trabajo de identificar los artículos violatorios de esos derechos y garantías, mismos que dan un súper poder a la Unidad de Investigaciones Financieras, como el de violar el secreto profesional o bancario, intervenir, allanar, confiscar o cerrar cualquier actividad comercial, profesional, a simple denuncia y sin que medie orden fiscal o judicial.

Los más amenazados con esas leyes son los sectores informales, la propia base del MAS, observó Brockmann, sin dejar de lado que las mismas son también una amenaza para todos los bolivianos, dada la instrumentalización de la Justicia con fines político partidarios que caracteriza al partido de gobierno. Los propios cooperativistas mineros, en especial los que explotan el oro, así lo dejaron en claro ayer, lunes 11 de octubre, durante el paro nacional convocado por los gremialistas y al que se sumaron el movimiento cívico nacional, los transportistas y varios gobiernos departamentales y municipales del país, entre otros.

Un conflicto que tira para largo, añadió Brockmann, al incorporar en el análisis de esta coyuntura dos preocupaciones centrales. Una de ellas, el modus operandi del MAS frente a los conflictos que el propio partido de gobierno alienta: confrontar sociedad civil con sociedad civil, dejando en la retaguardia a las fuerzas del orden. El MAS cuenta para ello con grupos de choque entrenados, incluso algunos con armas, que actúan como grupos paramilitares, enfatizó Brockamann al recordar lo visto en Chaparina (mandó a interculturales a confrontar a indígenas), en Porvenir y en el cerco a Santa Cruz (mandó a sus bases a enfrentar a cívicos), solo por citar algunos hechos.

La otra preocupación expuesta por Brockmann es aun mayor: “El entrismo (*) de la lógica corporativa cocalera en las Fuerzas Armadas, bajo el pretexto de una supuesta inclusión social”, y que se está dando ya de hecho a través de la modalidad de cupos asegurados para el ingreso directo de cocaleros a las FFAA y su rápido ascenso en la escala de grados que rige en la institución.

“La inauguración y apertura de una Escuela Militar Antiimperialista, por parte del gobierno del MAS, no es casual”, dijo Brockmann al recordar el propósito ya anunciado por voceros del partido de gobierno de formar y contar con sus propias milicias. A esto se suman también las nuevas leyes impulsadas por el MAS sobre ascensos en la Policía y en las Fuerzas Armadas. “Todo apunta a consolidar una estructura militar dentro de la estructura del Ejecutivo”, observó con marcada preocupación Brockmann.

Frente a este panorama, añadió, urge replantear las acciones y los repertorios que están marcando las protestas que surgen desde la sociedad civil y que, inevitablemente, irán en aumento frente a la rígida posición del gobierno y de su partido. “No veo un solo guiño desde el MAS para dar un giro” en su práctica y ejercicio del poder, ninguna intención de mirar a todos los bolivianos, lamentó Brockmann. Y esto obliga, insistió, “a ser más creativos en la protesta”, a repensar e incluso cambiar algunas prácticas, como la del bloqueo de calles y carreteras, “una medida perversa que no aporta nada” y que hoy mismo debería estar en debate.

Brockmann también apuntó a los medios de comunicación y a las vocerías de quienes generan corrientes de opinión, a quienes pide “contribuyan con una voz positiva, sensata, madura y reflexiva que deje de ver a la política como un cuadrilátero”, un espacio en el que solo hay ganadores y vencidos (tal cual el chip que el MAS incorporó a su práctica desde que llegó al poder, al asumir la disputa política como si fuera una guerra, recordó Brockmann). “Y no se trata de dejar de interpelar con fuerza, de manera contundente, al gobierno, sino de hacerlo también con inteligencia”, acotó.

Brockmann señaló además que, si bien el partido de gobierno tiene a su favor el manejo de un aparato de poder importante, ya no cuenta con el respaldo sólido de la mayoría que le permitió volver al mando del país. Observó que hay un gran descontento en muchos de los sectores que votaron por el MAS, como lo han dejado de manifiesto los cooperativistas mineros, entre otros; a lo que se suma el impacto negativo que genera en la gestión de Luis Arce “el liderazgo tóxico de Evo Morales”.

Los invitamos a escuchar íntegramente la conversación sostenida con Erika Brockmann, la que inició con una reflexión interesante sobre los 39 años de recuperación de la democracia en Bolivia recordados ayer, 10 de octubre, aunque ella prefiere referirse a la fecha más como “el inicio de una democracia real”, antes que de “recuperación”.

“Urge cambiar el repertorio de la protesta frente al nuevo ciclo de conflictos que apenas comienza en Bolivia”

(*) Por entrismo se conoce una táctica política empleada por algunos grupos trotskistas de la Cuarta Internacional. Consiste en que sus miembros se afilien o entren en los grandes partidos de masas de sus respectivos países, especialmente en los pertenecientes a la Segunda Internacional, cercanos a la rama socialdemócrata. Su objetivo principal es ganar grupos que se radicalizan hacia posturas revolucionarias dentro de partidos reformistas para el partido revolucionario. Por medio de esta táctica ellos entendían que les permitía mantener un contacto cotidiano con decenas de miles de trabajadores, ganando su derecho a participar en la lucha y en la discusión sobre los objetivos del movimiento, al mismo tiempo que les daba la oportunidad indispensable para probar a diario sus ideas y consignas en las acciones de las masas. Con el tiempo la táctica del entrismo (tanto oficialmente como extraoficialmente) ha sido adoptada por todo tipo de partidos políticos y organizaciones. /Fuente: Wikipedia