Sociedad

Covid-19, trastocándolo todo

Qué días tan extraños estamos viviendo todos, en el mundo entero, desde que el Covid-19 irrumpió con una fuerza avasalladora que ha puesto a prueba y en apuros hasta a los más avanzados sistemas sanitarios del planeta Tierra. Pero no solo a ellos, cabe decir hoy. El nuevo virus está poniendo a prueba a la sociedad en su conjunto, sin excepción alguna. Desde el comportamiento individual y privadísimo de cada uno de los seres humanos que habitamos este planeta, hasta las actuaciones en grupo y de grandes conglomerados de personas, de empresas, de gobiernos. De todos. Esto sí es realmente global. 

¿Estamos siendo capaces de acompañar y medir paso a paso el impacto de esta pandemia global en nuestras sociedades, en nuestras familias, en nuestras propias individualidades? Claro que no es una tarea fácil. El Covid-19 ha tomado de sorpresa a la mayoría de países y gobiernos (ya se sabe que a algunos no, como es el caso del gobierno de China). Es un virus misterioso que cada día sorprende con una mutación, con un giro en su forma de propagarse y de afectar a los humanos. De ser considerado una amenaza mayor para los adultos de más de 70 años, en su mayoría hombres, ha pasado a ser, en el caso boliviano, un virus que está afectando más a los jóvenes de entre 20 y 39 años, según datos dados por el Ministerio de Salud y publicados hace poco por EL DEBER.

Cada día una novedad. Cada día un susto nuevo. Cada día más preocupación por lo que vendrá después. Así es difícil parar para pensar a fondo, para analizar paso a paso el daño provocado, para identificar soluciones, no apenas para frenar el virus, sino también para reparar los estragos provocados por su impacto en la economía, en la educación, en los modos de convivencia social. Hay algunas iniciativas muy interesantes en este momento, surgidas desde los más diferentes sectores de la sociedad, que están apuntando hacia esa otra cara que presenta la pandemia por el coronavirus: la de rescatar los mensajes y las enseñanzas que llegan con el nuevo virus. Son mensajes de vida que contrastan con el de muerte que arrastra el Covid-19. Mensajes de presente y futuro renovados, necesarios de identificar, conocer y compartir. 

Mensajes replicados indistintamente tanto por viejos como por jóvenes pensadores, que nos hablan de la urgencia de abrir los ojos y el corazón hacia este nuevo tiempo. Nuevo tiempo para vivir, una extraordinaria oportunidad para corregir entuertos y desaciertos que hemos ido sumando, a lo largo de las últimas décadas, en nuestras opciones de vida y de relaciones con nuestro entorno y con la Naturaleza. Ya se habla de nuevos sistemas de producción (en todos los sectores de la economía), de nuevos modelos de trabajo (sea en gran escala o unipersonal), de nuevas formas de relacionarnos con quienes nos rodean. Es cada vez más común escuchar ahora voces que hablan de revalorizar los privilegios y beneficios de los que gozábamos casi sin darnos cuenta: salud, familia, hogar, trabajo y, en la gran mayoría de los casos, libertad. 

Optimizar nuestros recursos, las capacidades individuales y los bienes materiales. Parece que por fin entenderemos qué es eso del consumo responsable, de la lógica ganar-ganar, de la solidaridad y cooperación, de la responsabilidad compartida. ¡Hay tantas lecciones por aprender, tanta ganancia por capitalizar! Un par de amigas decía hace unos días que ojalá queden como mandato ad infinitum acciones hoy obligadas por la epidemia, como lavarse las manos, las marcas de distancia en las filas del supermercado, el orden y la limpieza en los mercados públicos, el saber quedarnos en casa, el respeto a todos los profesionales de salud, etcétera. 

Yo añadiría, entre otras, una más: repensar el sistema de transporte público y privado. En estos días no he dejado de pensar en el impacto que está provocando la emergencia en este punto: la obligada paralización del transporte ha frenado en seco el conteo trágico de muertes que, ya en 2019, superaban los 3,5 millones en todo el mundo, según la OMS. Una persona muerta en accidente de tránsito cada 24 segundos. Esto sin contar los 50 millones de personas con traumatismos no mortales que dejaron también los accidentes de tránsito a nivel mundial. Algo más para seguir pensando.