Sociedad

Roberto Navia: “Bajo Paraguá está en riesgo de transformarse en otro Chapare o Choré”

Un equipo de la revista Nómadas recorrió durante más de dos semanas el área de protección Bajo Paraguá y verificó denuncias sobre avasallamientos, deforestación, daños medioambientales y amenazas a pueblos indígenas originarios del lugar.

Supuestos campamentos de avasalladores interculturales en el Bajo Paragua.foto Clovis De la Jaille

La Reserva Natural de Producción, Área Protegida Municipal y también Parque Natural Municipal Bajo Paraguá está en riesgo de transformarse en otro Chapare u otro Choré, advierte con firmeza, pero también con dolor, el periodista Roberto Navia, director de la revista Nómadas. Es decir, en otra zona sin presencia de Estado, a la que no se puede llegar ni recorrer con libertad y seguridad, debido a la presencia de grupos que actúan al margen de la ley, en actividades vinculadas al tráfico ilegal de tierra, flora, fauna y drogas.

En el caso de Bajo Paraguá, tal como ya sucedió con la Reserva Forestal Choré, con secuelas y daños medioambientales irreversibles, producto de la destrucción del ecosistema único que lo sitúa como uno de los pocos que aun se conservan no solo en la región, sino en el mundo. Ubicado en el departamento de Santa Cruz, abarcando áreas de los municipios de San Ignacio de Velasco y de Concepción, en la Chiquitania cruceña, el Bajo Paraguá es el encuentro de dos ecosistemas extraordinarios: el del Bosque Seco Chiquitano y el del bosque amazónico, hace cuestión de destacar Navia.

Navia no está hablando de memoria, ni repitiendo rumores. Lo hace desde la experiencia que le da el haber recorrido más de una vez esa zona. El recorrido más reciente realizado entre agosto y septiembre de este 2021, junto al equipo de prensa de Nómadas y con el apoyo de la Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano (FCBSC). Un recorrido por las profundidades del Bajo Paraguá, como titula el reportaje publicado hoy por Nómadas, con el detalle de los últimos y preocupantes hallazgos en la zona.

Hallazgos que dan cuenta de que persisten los avasallamientos y deforestación en el Bajo Paraguá, que nada se ha hecho por parte de la ABT para desalojar a los avasalladores o para castigar a los que explotan ilegalmente recursos forestales, como tampoco se ha hecho algo para frenar la expansión de cultivos prohibidos en el lugar y, menos aun, para erradicar otras actividades ilícitas, como la del narcotráfico que deja huellas a su paso, como campamentos improvisados en media selva, “montañas de balas”, como observa Navia, solo por citar un par de evidencias.

Todo esto, a pesar que el Bajo Paraguá tiene al menos tres candados que deberían garantizar su protección: el Decreto Supremo Nº 22024 del 19 de septiembre de 1988, declarando Reserva Forestal de Producción Bajo Paraguá; la Ley Municipal Nº 469 de febrero de 2021 aprobada por el Concejo de San Ignacio de Velasco, declarando Área Protegida Municipal Bajo Paraguá de San Ignacio de Velasco, la misma que abarca 983.006 hectáreas; y la Ley Municipal Nº 124 de marzo de 2021 aprobada por el Concejo de Concepción, declarando Parque Natural Municipal Bajo Paraguá – Concepción, con un área de 154.368 hectáreas.

¿Por qué esos candados no funcionan? Navia señala a varios responsables, entre autores directos y cómplices: autoridades y funcionarios de los tres niveles de gobierno, tanto central, como departamental y municipales; autoridades y funcionarios del INRA y la ABT, dos de las principales instituciones del Estado llamadas a hacer cumplir las leyes de protección; los avasalladores identificados en los llamados sectores de interculturales, colonos o “comunidades” afines al partido de gobierno; y, también, grandes industriales o agroindustriales que expanden cultivos agrícolas en el lugar, cambiando el uso de suelo claramente identificado como forestal.

Avasalladores e interculturales que se muestran “como pobrecitos”, pero que mueven maquinarias pesadas de alto costo para arrasar con los bosques protegidos; otros que se escudan en el discurso de “seguridad alimentaria” para arrasar también con grandes extensiones de bosques y ampliar sus cultivos, como es el caso de grandes industriales; y detrás de todos ellos, los operadores del partido de gobierno que están transando “un árbol por un voto”, grafica Navia, a tiempo de recordar el traslado masivo de afines al MAS desde Occidente hacia la Chiquitania, con el propósito de modificar el mapa electoral y sacar ventaja en una plaza política adversa al masismo.

Para Navia es urgente “que se rompa el fantasma del cinismo”. “Estamos viviendo una época de mucho cinismo -añade y sigue-, como periodista vas al lugar, recogés las pruebas, denunciás… pero los poderes son tan cínicos, que no se dan por aludidos”. Una ruptura posible a través de reportajes de investigación como este sobre el Bajo Paraguá, capaz de llegar a la gente, de provocar más que solo preocupación, indignación y determinación para actuar, para exigir cuentas a las autoridades responsables y demandar que actúen como manda la ley.

Todos los detalles de la investigación realizada por Navia y su equipo de Nómadas está en el reportaje “Recorriendo las profundidades del Bajo Paraguá”, cuyo enlace compartimos. Un reportaje que se desarrolla en siete capítulos, cinco de ellos conteniendo una secuencia de crónicas que detallan el recorrido desde el kilómetro cero, ubicado en Santa Rosa de la Roca, hasta el último confín situado en el límite fronterizo del Parque Nacional Noel Kempff Mercado que colinda con Brasil. Un sexto capítulo trae una crónica ilustrada y uno más que se traduce en una infografía interactiva.